martes, 12 de julio de 2016
martes, 5 de julio de 2016
lunes, 4 de julio de 2016
Octavo grado. Segundo bloque: Los cuentos de terror
Los cuentos de terror
El
cuento de terror (también conocido como cuento de horror
o cuento de miedo,
y en ciertos países de Sudamérica, cuento de suspenso),
considerado en sentido estricto, es toda aquella composición literaria breve,
generalmente de corte fantástico, cuyo principal objetivo parece ser provocar
el escalofrío, la inquietud o el desasosiego en el lector, definición que no
excluye en el autor otras pretensiones artísticas y literarias.
El estudioso
franco-estadounidense Jacques Barzun, en The Penguin
Encyclopedia of Horror and the Supernatural [Enciclopedia
Penguin del horror y lo sobrenatural], afirma que «el interés por este tipo
de historias cabe interpretarlo como un intento práctico de introducir un orden
y estructura en la imaginación, endureciendo así el alma contra sus amenazas:
en una palabra, estos cuentos se usan como antídoto».
De parecida opinión
es el célebre escritor estadounidense de horror Stephen King,
quien, en su largo estudio Danza macabra, declaró: «¿Por qué
motivo van a sacarse de la nada cosas horribles, cuando hay tanto horror real
en el mundo? La respuesta parece ser que inventamos horrores para ayudar a
hacer frente a los reales. Sirviéndonos de la portentosa imaginación humana,
nos aferramos a esos mismos elementos que introducen discordia y destrucción, a
fin de convertirlos en herramientas de desmantelamiento de sí mismos».
El historiador del
terror español Rafael Llopis escribe en su Historia natural de los cuentos de
miedo: «Al hablar de cuento de terror o cuento de miedo me
refiero a un género literario cuya finalidad primordial es producir, como decía
Walter Scott,
"un agradable estremecimiento de terror sobrenatural". Me refiero a
un tipo de relato cuya materia prima no es tanto la muerte en sí como lo que
haya o pueda haber después de la muerte: lo sobrenatural, la vivencia del Más
Allá». En uno de sus prólogos, Llopis define asimismo: «Los cuentos de miedo
constituyen una expresión de lo numinoso cuando ya no se cree en su existencia objetiva».
Por su parte, la
escritora estadounidense Joyce Carol
Oates, asimismo cultivadora del género, sostuvo en su ensayo
lovecraftiano "The King of Weird": «En escritores como Henry James
o Edith Wharton,
que experimentaron con la literatura de modelo gótico, este tipo de relato
puede ser compensatorio de una vida de aburrimiento y prohibiciones, mientras
que en otros, señaladamente Edgar Allan
Poe y H. P. Lovecraft, el cuento gótico sugiere más
bien una forma de autobiografía
Un cuento de terror
sería, por tanto, un relato literario y no oral, ya que, si bien existe una
amplia y antiquísima tradición de cuentos con dichos contenidos, probablemente
por tratarse de relatos transmitidos de boca en boca, nunca han recibido otra
denominación que la de cuentos o leyendas a secas. Ni siquiera
cuentos infantiles, aunque de índole terrorífica (e inscritos en la tradición
oral en su día), como “La Cenicienta”, de Charles
Perrault, o “Caperucita roja” y “Blancanieves”,
de los Hermanos Grimm, reciben la denominación de cuentos
de terror, que parece haber sido acuñada expresamente para las obras
mayores del género aparecidas entre los siglos XIX y XX.
En su ensayo
"Un tratado sobre cuentos de horror", el crítico estadounidense Edmund Wilson
sostiene que los primeros grandes cuentistas del género fueron aquellos que
pretendieron «un nivel literario» más allá del «entretenimiento popular»: Hawthorne, Poe,
Melville
y Gógol. Y continúa: «El primer cuento corto de
horror realmente grande apareció a principios o mitad del siglo XIX
cuando la escuela de la novela gótica
había alcanzado alguna sofisticación y estaba adoptando los métodos del realismo.
Esos cuatro autores escribieron cuentos que eran a la vez cuentos de horror y fábulas psicológicas o morales.
No estaban interesados en apariciones por sí mismas; sabían que sus demonios
eran símbolos,
y sabían lo que estaban haciendo con esos símbolos».
Antecedentes
Los antecedentes inmediatos del formato breve, como tal, hay que
buscarlos, no obstante, en el largo, más en concreto en la llamada novela
gótica (véase literatura de terror gótico), que floreció
en la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIX, en tierra de
nadie entre racionalismo y romanticismo.
Los grandes novelistas góticos, inspirados principalmente en el romanticismo
alemán y en autores como Daniel Defoe, S. T.
Coleridge, el Marqués de Sade, así como en los demonios de Goethe
y los fantasmas de Shakespeare, entendieron por sobrenatural un
tétrico submundo poblado de nobles atrabiliarios, espectros aulladores y monjas
ensangrentadas, pululando preferentemente por lóbregas catacumbas de castillos
medievales marcados por alguna oscura maldición, convenientemente subrayada a
cada paso por rayos, truenos y centellas de tormenta.
El inglés Horace Walpole fue el padre de la exitosa serie
(El castillo de Otranto, 1764). Años
más tarde, tuvo como destacados continuadores a William
Beckford (Vathek, 1786), Ann Radcliffe
(Los misterios de Udolfo, 1794), Matthew G.
Lewis (El monje, 1796) y Charles
Maturin (Melmoth el errabundo, 1820), sin
olvidar a la que fue precursora de la ciencia-ficción Mary Shelley
(Frankenstein o el moderno Prometeo,
de 1817). También cabría mencionar aquí la novela Manuscrito encontrado en Zaragoza
(1805), del polaco Jan Potocki.
Características
Algunas de las características
de un cuento de terror son la intensidad, situaciones que
generen temor y personajes que causes temor en el lector ya sea por su
aspecto físico, por sus acciones o por el misterio que les rodea.
Los cuentos de
terror suelen ser cortos y fantásticos y pretenden causar
inquietud en el lector. Para causar esta inquietud debe crearse un ambiente de
suspense que debe ser establecido por el escritor, mediante la trama,
los personajes y el entorno.
Los antecedentes
del cuento de terror provienen de relatos largos como la novela
gótica que floreció a finales del siglo XVIII y principios del XIX,
que actualmente han desembocado en relatos más cortos y que en muchos casos
ofrecen mucho más impacto que sus predecesores.
En los relatos
sobre terror el miedo a la muerte siempre está presente en cada página del
libro y eso nos asusta y nos atrae del mismo modo, los elementos de este género
de horror son a la vez odiados y amados por los lectores y este encuentro de
sensaciones hacen que autores como Lovecraft o Edgar Allan Poe tengan tanto
reconocimiento.
ESTRUCTURA
DE LOS CUENTOS DE TERROR
Inicio
Se describe el escenario, los personajes y la
relación que hay entre ellos.
Desarrollo
Los personajes empiezan a actuar dentro del
escenario.
Nudo
Presenta un problema que se resuelve,
obligatoriamente, a lo largo de la historia. Rompe la situación de equilibrio y
desafía a los personajes.
Desenlace
Se resuelve el problema y se presenta la situación
que produce terror. Se da la situación que el lector presintió y que no quiere
que suceda, pero sucede.
Noveno grado. Segundo bloque: La novela de ciencia ficción
La novela de ciencia ficción
El término “ciencia ficción” nació en 1926 de la mano del escritor
Hugo Gernsback, quien lo utilizó en la portada de la que sería una de las más
famosas revistas del género: Amazing Stories.
La ciencia ficción es un género narrativo que sitúa la
acción en unas coordenadas espacio-temporales imaginarias y diferentes a las
nuestras, y que especula racionalmente sobre posibles avances científicos o
sociales y su impacto en la sociedad.
En ocasiones se la ha llamado también "literatura de anticipación",
debido a que algunos autores, como Julio Verne, han llegado a anticipar el
surgimiento de logros científicos y tecnológicos, como los cohetes espaciales o
los submarinos.
El término “ciencia ficción” nació en 1926 de la mano del escritor
Hugo Gernsback, quien lo utilizó en la portada de la que sería una de las más
famosas revistas del género: Amazing Stories. Sin embargo, hay que
remontarse más atrás para encontrar los primeros relatos de este género. Aunque
los expertos encuentran ejemplos mucho más antiguos, el que está considerado
generalmente el primer relato de ciencia ficción es el Frankenstein, de
Mary Shelley (1818). Posteriormente, en los años 30 del XIX, Edgar Allan Poe
escribió relatos como La incomparable aventura de un tal Hans Pfaal o Revelación
mesmérica, que sin duda deben englobarse dentro de la ciencia ficción.
También en el siglo
XIX aparecerían Julio Verne y H. G. Wells, ambos considerados dos maestros del
género, si bien el primero se centraba mayormente en el desarrollo de ingenios
e inventos científicos y el segundo en la crítica social (al imperialismo
británico en La guerra de los mundos, o a la lucha de clases en La
máquina del tiempo…).
Pero seguramente
fue la primera mitad del siglo XX la que podríamos denominar Edad de Oro de la
ciencia ficción, con la aparición de autores como Isaac Asimov, Arthur C.
Clarke, Aldous Huxley, George Orwell o Ray Bradbury.
Posteriormente,
durante los años 60 y 70 apareció lo que se conoce como “La nueva ola” (The new
thing), que tiene su origen en la revista británica New worlds, y que se
caracterizó por una mayor experimentación narrativa, dando a conocer a autores
como J. G. Ballard o Brian W. Aldiss.
Y en los 80 y los
90 aparecieron géneros como el cyberpunk y el postcyberpunk, donde hicieron su
aparición, como no podía ser menos, la informática y los ordenadores y que
dieron origen a toda una corriente estética donde las nuevas tecnologías
convivían con los ambientes sórdidos de los bajos fondos urbanos.
En la actualidad
existen numerosos subgéneros que rizan el rizo y se centran en los impactos de
la biotecnología (biopunk), o que hacen una revisión irónica de las temáticas y
la estética de la ciencia ficción de los años 30-50 (retrofuturismo) o de
la idea que se tenía del futuro en las novelas del siglo XIX
(steampunk). Asimismo hoy se hace distinción entre ciencia ficción dura
(hard) y blanda (soft). La primera es mucho más rigurosa y cuida mucho más los
detalles y argumentos científicos y técnicos, mientras que la segunda se centra
únicamente o sobre todo en el aspecto literario.
En todos los casos,
y a lo largo de su historia, la ciencia ficción ha mantenido siempre la
característica principal que la hace tan interesante: la capacidad de crear
escenarios que inspiren debates filosóficos, sociales o científicos sobre la
naturaleza del hombre y de la sociedad, plantear dudas, señalar peligros o
buscar respuestas.
En efecto, la
ciencia ficción no es filosofía, pero sin duda es un pariente cercano de esta,
pues de alguna manera, trata de dar respuesta a las “preguntas últimas”
mediante el ejercicio de la ficción: qué futuro espera a la humanidad, qué
nuevos avances científicos se producirán y qué consecuencias traerán para
nuestra sociedad. Quiénes somos y qué será de nosotros, de nuestro planeta,
cómo serán nuestros estados, nuestras sociedades. ¿Qué valor tendrá la vida
humana? ¿Terminarán las guerras, o por el contrario, terminaremos por
destruirnos unos a otros? ¿Llegaremos a conocer otros planetas habitados? ¿Cómo
serán esos otros seres? ¿Crearemos vida artificial? De ser así, ¿será
consciente de sí misma como nosotros? ¿Amará, odiará, temerá a la muerte?
Seguramente, ninguno estaremos aquí para verlo, pero, como diría el gran
científico del siglo XX: “La imaginación es más importante que el
conocimiento”.
Es un género
especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco
imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de
las ciencias físicas,
naturales
y sociales.
La acción puede girar en torno a un abanico grande de posibilidades (viajes
interestelares, conquista del espacio, consecuencias de una hecatombe terrestre
o cósmica, evolución humana a causa de mutaciones, evolución de los robots,
realidad virtual, existencia de civilizaciones alienígenas, etc.). Esta acción
puede tener lugar en un tiempo pasado, presente o futuro, o, incluso, en
tiempos alternativos ajenos a la realidad conocida, y tener por escenario
espacios físicos (reales o imaginarios, terrestres o extraterrestres) o el
espacio interno de la mente. Los personajes son igualmente diversos: a partir
del patrón natural humano, recorre y explota modelos antropomórficos hasta
desembocar en la creación de entidades artificiales de forma humana (robot,
androide, cíborg) o en criaturas no antropomórficas.
Aportes de la ciencia ficción a la ciencia
De igual manera que la ciencia ficción ha tomado muchos de sus
argumentos y elementos de ambientación de conceptos o creaciones de la ciencia, ésta ha tomado en ocasiones
elementos de la literatura de ciencia ficción para convertirlos en conceptos
reales o hipótesis de trabajo de cara al futuro científico o tecnológico.
Los casos más conocidos de esta transferencia son los del término robot
empleado por primera vez por el escritor checo Karel Čapek -el cual deriva de la palabra «robota»,
que en su idioma significa «trabajo duro y pesado»; dado que se entendía por
éstos como máquinas específicas para realizar estas funciones- en su obra R.U.R.
(Robots Universales de Rossum), el término derivado robótica, creado en las novelas de robots
de Isaac Asimov, el ascensor espacial, imaginado por Arthur C. Clarke y Charles Sheffield de manera independiente,
o el concepto de órbita
geoestacionaria, desarrollado por Herman Potočnik
y posteriormente por Arthur C. Clarke. Es por ello que también se conoce como órbita de Clarke.
Otros conceptos han sido profusamente desarrollados por la ciencia
ficción incluso antes de ser tenidos en cuenta por la ciencia. Por ejemplo, Julio Verne en De la Tierra a la
Luna (1865) describió cómo tres hombres son
lanzados desde Florida hacia la Luna. De ese mismo punto
partieron los astronautas del Apolo 11 cien años
después. En The
world set free (El mundo liberado, 1914),
H.G. Wells predijo la energía nuclear y la
utilización de la bomba atómica en una futura guerra con Alemania. Y en la
novela Ralph
124C 41+ (1911), Hugo Gernsback describió detalladamente el radar
antes de haber sido inventado. La ciencia ficción también ha especulado sobre
la antimateria, los agujeros de gusano o la nanotecnología antes que la propia ciencia.
Algunos conceptos han tenido una notable influencia, a pesar de no
ser en la actualidad más que meras invenciones de la imaginación. Por ejemplo,
la psicohistoria
de Asimov ha influido levemente en la forma de ver la sociología desde un punto de vista
matemático.
Finalmente, y de modo sorprendente, algunas invenciones de la
ciencia ficción han inspirado alguna de las líneas de investigación actual,
como la comunicación instantánea (ansible, taquiones).
Estructura Interna
a) Introducción, exposición o planteamiento (Inicio). Es la presentación de los personajes y la acción que se desarrollará. Según el estilo del novelista, éstos desarrollan distintos ambientes e involucran tantos personajes, los que van apareciendo a medida que se desarrolla la obra; ahora bien, en la introducción se anuncian algunos detalles relacionados con personajes, lugar, problema; en fin. Asimismo, se establece el marco contextual en tiempo y lugar; lo que no es óbice para que se desarrolle en distintos lugares; sin embargo, es necesario que se diga al menos el lugar principal en el que se desarrollan los hechos; pudiendo, como dije, aparecer nuevos lugares, en fin. Cómo se inicie una novela, enfatizo; depende del estilo del novelista, pues no necesariamente deberá presentar los elementos descritos anteriormente en este momento. Incluso puede iniciarse con un conflicto; los personajes se pueden ir presentando en el desarrollo de la novela.
Hay novelistas que escriben de manera inversa, presentan el desenlace al principio; luego explican el cómo y por qué se dieron esos resultados.
b) Nudo.
Es el conjunto de peripecias, conflictos y lances en que se ven involucrados
los personajes. Enfatizo, que el estilo del novelista es determinante, no
existe una regla que diga o establezca de manera categórica que el novelista
presentará la trama en un determinado apartado de la novela; es más, en el
desarrollo de la misma, perfectamente, puede ponérsele fin a un personaje que
apareció al principio; bueno, aparecer nuevos personajes y tramas, complicando
la narrativa.
c) Desenlace. Es el fin de la novela; en este se resuelve el conflicto o problemas creados a lo largo de la trama; los sucesos se aclaran de manera positiva o negativa; éstos pueden ser agradables o desagradables para el lector. Ahora bien, hay casos en que las peripecias no se resuelven de ningún modo.
c) Desenlace. Es el fin de la novela; en este se resuelve el conflicto o problemas creados a lo largo de la trama; los sucesos se aclaran de manera positiva o negativa; éstos pueden ser agradables o desagradables para el lector. Ahora bien, hay casos en que las peripecias no se resuelven de ningún modo.
Tiempo, lugar y personajes
1.- Los acontecimientos no
necesariamente, se presentan en un orden cronológico linealmente, se puede ir
hacia atrás o hacia adelante; enfatizo, depende del estilo del autor. Los
recursos antes dichos, técnicamente hablando se denominan de manera respectiva
analepsis y prolepsis. Varios años pueden ser descritos en pocas páginas e
incluso en unas cuantas líneas; pero también un día puede ser descrito en
muchas páginas. En fin, el caso es que siempre se hace depender del fin que
persiga el escritor.
2.- En relación al espacio físico o
lugar; la novela puede desarrollarse en uno sólo o en varios. Cada uno de
ellos, con sus propias características ya sea urbano o rural; un mismo país o
incluso utilizarse acontecimientos y personajes que viven en el extranjero.
Este aspecto es importantísimo; pues impregna la novela de verosimilitud y
ubica personajes en un lugar determinado. No olvidar que los lugares deben ser
descritos tal como son; ello, le da a la novela la característica antes
señalada.
3.- En lo concerniente a personajes,
bueno, éstos pueden ser reales; ahora bien, de ser una novela basada en la
realidad social, se procura respetar la identidad del personaje, sobre todo
cuando se abordan aspectos privados. Puede cambiarse el nombre del personaje o
dejarse, pero eso depende del consentimiento. Los personajes también pueden ser
ficticios. En relación al grado de participación de ellos en la novela, pueden
ser principales o protagonistas y secundarios. Es importante destacar que los
personajes deben ser descritos. De ahí, el uso de la descripción
(prosopografía, etopeya, retrato, paralelo, en fin) en la novela.
4.- En lo referente a los narradores, se desglosa a continuación sus clases y características.
a) Omnisciente: Conoce los sucesos de principio a fin. Utiliza a los personajes según su conveniencia. En todo caso puede ser protagonista o testigo y narrar en primera o tercera persona.
b) Protagonista. Participa dentro de la narración.
4.- En lo referente a los narradores, se desglosa a continuación sus clases y características.
a) Omnisciente: Conoce los sucesos de principio a fin. Utiliza a los personajes según su conveniencia. En todo caso puede ser protagonista o testigo y narrar en primera o tercera persona.
b) Protagonista. Participa dentro de la narración.
c) Testigo. Narra lo que vio o le
contaron.
d) Primera persona. Relata y participa
en la narración. Puede haber varios narradores en primera persona en una misma
novela e incluso, casos en que el autor de la novela no participa con su
nombre, dentro de la narrativa, sino que a través de un personaje ficticio,
denominado, narratario.
e) Tercera persona. Relata sin participar.
e) Tercera persona. Relata sin participar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)